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sábado, 5 de julio de 2014

EL SANATORIO ANTITUBERCULOSO

Hace más de 4 años, el 14 de junio de 2010, "El Periódico de Catalunya" publicaba:

"El barrio de Can Rectoret, en Vallvidrera, es uno de los lugares de Barcelona menos conocidos por los propios barceloneses. Aquí no llega un solo turista y los vecinos se saludan por el nombre, comparten el Bus de Barri como en ningún otro lugar y disfrutan del silencio y los escasos ecos que llegan de la gran urbe. 
Entre tanta paz, llama la atención la presencia de una casa modernista construida a principios del siglo XX por el arquitecto Joan Rubió Bellver, ayudante de Gaudí que recibió el encargo de dibujar un edificio que haría las veces de lavadero de un sanatorio antituberculoso que nunca llegó a funcionar. 
Más de 100 años después, esta finca que forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad, agoniza a la espera de que los propietarios se decidan a rehabilitarla.
Esta casa de Rubió Bellver, autor de obras como la Casa Golferichs y la Escola Industrial, aparece en el listado de fincas protegidas en la web de Urbanismo del Ayuntamiento, donde se señala la necesidad de protegerla físicamente contra la degradación y reponer los elementos desaparecidos y documentados fotográficamente."


Estará protegida pero a saber por quién ya que a esta fecha, todo sigue igual y la casa va cayéndose por momentos, pero como es una propiedad privada... no nos queda otra que callar y verla caer.

Esta casa modernista está situada en plena naturaleza, en la calle Júpiter, 7 de Vallvidrera y su construcción finalizó en 1905.



A finales del siglo XIX, la falta de normas de higiene y con una Barcelona aún comprimida dentro de sus murallas hicieron que algunas enfermedades, como el tifus y la tuberculosis, fuesen las causante de un número de fallecimientos entre los barceloneses. Una de las medidas que se adoptaron fue el aislamiento de los enfermos en lugares apartados y al aire libre y puro, algo de lo que la ciudad de Barcelona carecía. Por eso, en sus alrededores, se proyectaron muchos sanatorios en las montañas, como los del Tibidabo y Vallvidrera.

El de Vallvidrera fue encargado al arquitecto Rubió i Bellver, uno de los más destacados de la generación final del modernismo. A pesar de que se levantaron algunos edificios de ese complejo sanitario, nunca llegó nunca a funcionar como tal y actualmente  sólo queda este pabellón que iba a ser destinado como lavadero para la desinfección.

El llamado lavadero tiene una superficie de 500 metros cuadrados distribuidos en dos niveles. Consta de una nave central circular, rodeada de ocho torres cilíndricas e iguales y una novena un poco más elevada que el resto. Las cubiertas son cónicas y están recubiertas de trencadís, una técnica de mosaico típica del modernismo. 



Una pena que este del Sanatorio antituberculoso de Vallvidrera haya caído en tan penoso abandono.

1 comentario:

Maurici dijo...

Una vergonya. Si no ho poden conservar, que els hi expropien.
Per cert, com odio la merda dels grafiters! Tot ho enmerdan