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miércoles, 13 de agosto de 2014

L'HOME DELS COLOMS

No sé como pero ayer vino a mi memoria el "Home dels coloms", un entrañable y pequeño viejecito al que creo haber visto en alguna plaza de Barcelona arrastrando su carrito de palomas. Dicen que se movía principalmente por El Clot, pero yo creo recordar haberle visto en la Plaza Catalunya o la Sagrada Familia. 

Esta es su historia, publicada en "Rutas de Barcelona.com":

"Pere, Pedro Sampablo, era un personaje querido en todo el barrio de El Clot y en toda la ciudad y su nombre forma parte de una amplia lista de personajes famosos de esta ciudad.

Pedro, nacido en Zamora en 1881, fue abandonado en un hospicio y cuando tuvo edad y oportunidad se fugó. Trabajó de repartidor de diarios, en una imprenta, de portero, en unas cuadras y de todo lo que le salía para poder comer. Tras eso se trasladó a Madrid donde trabajó en el mundo de los toros y intento alistarse en el ejército pero fue rechazado por ser corto de talla. Allí se casó a los 25 años, el mismo día que Alfonso XIII, y tuvo 6 hijos.

En 1915, de viaje al norte para comprar una partida de ganado, fue robado y apalizado, apareciendo en una playa de Gijon, donde por miedo y vergüenza decidió embarcarse hacia Cuba, dándolo todos por muerto. 

En Cuba trabajó peón, de allí paso a México donde trabajó de camarero y de allí a Brasil donde trabajó en el ferrocarril. En 1926 volvió a España para reencontrarse con su familia, pero no la localizó. Fue entonces cuando decidió venir a Barcelona donde trabajó como peón, de acomodador y, finalmente, como operario en la fábrica Cross. 

Apesadumbrado por no haber encontrado a su familia, se encerró en si mismo y se aficionó a las palomas, a las que ponía el nombre de sus hijos.
Su afición a las palomas fue creciendo y se le podía ver por toda la ciudad tirando de un carrito y llamándolas al grito 'Hop Hop Hop' mientras golpeaba con un bastón en suelo.

Años más tarde, conocido ya en toda la ciudad como el “home del coloms”, fue invitado a la TV y fue en aquel momento cuando su mujer lo vió y supo de su existencia, pero esta ya se había vuelto a casar.

Pocos años después Pedro falleció en soledad, después de una vida de infortunios y trabajo, rodeado de sus palomas y evidentemente sin saber que, poco más tarde, la ciudad donde vivió sus ultimos años le rendiría un merecido homenaje convirtiéndolo en uno de los Gegants de la Sagrada Familia".

lunes, 23 de diciembre de 2013

"MÉS CONEGUT QUE LA MONYOS"

Esperando ansiosamente que algún día este blog sea "més conegut que la Monyos", voy a explicaros quién fue este personaje tan peculiar del Siglo IXX, cuyo apodo ha llegado hasta nuestros días. ¡La famosa Monyos!
 
Dolors Bonella i Alcázar, nació en 1851, en Barcelona, y fue un personaje pintoresco de la Barcelona de aquel siglo y de la mitad del siguiente. Dicen que era vecina de la desaparecida calle de la Cadena (la actual Rambla del Raval), llevaba un vida humilde como sirvienta y costurera hasta que un mal día, su hija adolescente falleció atropellada y el dolor que sintió por la terrible pérdida le hizo perder la cabeza.
 
A partir de ese momento, iba siempre vestida con batas y vestidos chillones, con los mofletes repintados como una pepona y los pelos recogidos en un moño adornado con lazos, pasadores y flores que le regalaban las floristas de las Ramblas.
Según cuentan iba siempre cantando y bailando por las calles del barrio Chino y Las Ramblas, mientras sacudía de forma nerviosa y sin descanso su abanico.
Muchas veces pedía limosna, pero lo hacía con suma elegancia y delicadeza “Senyoret/a, vol que li canti una cançó o li reciti un verset?”, esa era su forma de pedir ayuda. Durante muchos años fue el constante foco de atención de chicos y grandes, en los años veinte se le dedicaron versos, canciones y hasta una comedia.
 
 
Finalmente, un día de septiembre de 1940, entró en la Casa de la Caridad para abandonar este mundo, dejando, eso sí, una marca imborrable en la memoria de quienes la conocieron y en la historia 'canallesca' de esta ciudad.
 
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Y EN ESTAS FECHAS,
 
 

sábado, 14 de diciembre de 2013

PALAU MARQUÉS D'ALELLA

El Palacio Marqués de Alella, también conocido -despectivamente- por "Can Ramonet", es un edificio modernista con detalles de plateresco. Fue construido entre 1912-1914 por el arquitecto Enric Sagnier i Villavecchia y está situado en la calle Muntaner, 282-290, esquina Mariano Cubí, en el Barrio de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona. 
Las pinturas que cubren sus paredes fueron elaboradas por Josep Maria Sert y el jardín diseñado por el paisajista Nicolau Maria Rubió.

Julio Muñoz Ramonet lo compró en 1945 (Foto) y en ese personaje voy a centrarme.


Esta es la historia de un palacio, una valiosísima colección de arte y un franquista estraperlista al que se le quemaban los almacenes -'El Aguila' y el nuevo 'Siglo'-, denunciaba robos de cuadros que encuentraban escondidos tras un radiador y al que sus hijas hacen honor, con creces, después de su fallecimiento.
 
El pasado mes de Octubre, "El País" publicaba:
 
Rómulo Bosch i Catarineu paseaba en 1913 por Barcelona con un artefacto al que llamó el aeromóvil: un coche propulsado por una hélice que él mismo había construido junto con Enrique Fabregat. Diez años más tarde, quedaba huérfano tras la muerte de su padre, Rómulo Bosch i Alsina, médico, ex-alcalde de la ciudad de Barcelona, presidente del puerto y fundador de la Liga Antiesclavista Catalana. Fue entonces cuando Rómulo Bosch comenzó su minuciosa colección de arte. Tenía más de 2.500 piezas, de las cuales unas 250 terminaron, casi 25 años más tarde, en manos de los Muñoz Ramonet.

Además de parte del dinero para comprar la famosa colección, Rómulo Bosch i Catarineu había heredado de su padre, entre muchas otras propiedades, empresas, costumbres, privilegios propios de la burguesía catalana.
 
En un Dossier-informe sobre las obras de la colección Rómulo Bosch i Catarineu depositadas en los Museos de Barcelona en 1934 y devueltas a su nuevo propietario Julio Muñoz Ramonet en 1950 se puede leer que la colección original “estaba formada por piezas de arqueología, depositadas en el Museo Arqueológico, piezas de artes decorativas como tejidos y miniaturas entre otras, depositadas en el Museo de las Artes Decorativas, y piezas de arte como talla, escultura, dibujo, pintura sobre tela y pintura sobre tabla, depositadas en el Museo de Arte de Catalunya”. Él mismo había entregado su colección el 3 de noviembre de 1934 en el Depósito contra el Paro Forzoso como garantía de la Unión Industrial Algodonera: un conglomerado industrial dedicado a diversas ramas de la industria del algodón. A decir de Folch i Torres, lo hizo “para evitar el cierre de las fábricas en un momento de crisis de trabajo”.

La Generalitat le había concedido préstamos a la Unión Algodonera por valor de cuatro millones de pesetas —con un interés del 6% y 10 años para devolverlos—. La filoxera que había atacado el algodón había menguado el capital de muchas familias que apenas estaban volviendo a producir tras la plaga. De hecho, parecía que todo iba a ser mejor,  por eso Rómulo Bosch usó su colección como aval del conglomerado industrial para obtener aquel préstamo de la Generalitat de Cataluña. Dos años después, en 1936, Rómulo Bosch moría asesinado de un disparo en plena calle. Comenzaba la Guerra Civil, que también supondría una amenaza para el arte catalán. Ganó Franco, se instauró la dictadura, comenzó la posguerra. Y volvió el arte que en muchos casos no regresó a sus propietarios de origen sino que quedó catalogado en colecciones privadas en el Museo Nacional de Arte.

En 1943, finalmente, el empresario Julio Muñoz Ramonet compró la Unión Algodonera. Muñoz Ramonet era un conocido estraperlista de la posguerra barcelonesa que junto con su hermano y su madre se convirtió en el protagonista de un dicho que todavía usan los abuelos de la ciudad: “Después de Dios, los Muñoz”.
Con la Unión Algodonera, Muñoz Ramonet compró también Còdol Dret, que siguió funcionando hasta la construcción del pantano de Sau en 1962. Por los impagos de la Unión Algodonera más los intereses, aquella deuda inicial avalada por la colección de arte ascendía a más de seis millones de pesetas. Muñoz Ramonet, no obstante, dijo que como tras la Guerra Civil la Diputación de Barcelona absorbió las tareas propias de la Generalitat y “había desaparecido la entidad acreedora”, el préstamo y los intereses ya no se iban a devolver. Y no solo eso. Sino que reclamó, además, una compensación por haber expuesto parte de la colección en el Museo de Arte de Catalunya y por la pérdida de algunas obras durante la Guerra Civil.

En 1949, tras valorar las obras perdidas y el uso que se había hecho de la colección en 3,1 millones de pesetas, se estableció que la Unión Industrial Algodonera tenía que abonar la diferencia que todavía se debía: 3,2 millones de pesetas. Es decir, que 15 años después de que Rómulo Bosch dejara como aval una colección particular, la Unión Algodonera devolvía el crédito pero se ahorraba más de 700.000 pesetas.
 
Julio Muñoz Ramonet, que sin duda quería limpiar la imagen que se había labrado haciendo negocios truculentos durante la posguerra y las facilidades que el régimen franquista le había procurado en Barcelona para hacer negocios y ganar dinero, decidió que la ciudad fuera, tras su muerte, la heredera de su palacete sito en la calle Muntaner, 288  y de la colección depositada en su interior.

Su fallecimiento se produjo en 1991 y allí comenzaron los problemas. Del legado artístico que el industrial -por llamarle algo- barcelonés atesoraba en el palacete de la calle Muntaner, una gran colección de pinturas y esculturas compuesta por cerca de 1200 piezas -entre la que se encontraban obras de Goya, Rembrandt, Sorolla, Fortuny, El Greco, Murillo, Zurbarán, Monet, Berruguete, Carreño de Miranda, Corot, Delacroix, Renoir...-, que al cabo de dos décadas de litigio entre el Ayuntamiento y las cuatro herederas parece ha hecho desaparecer las más importantes.
Hace poco se supo que al menos dos importantes cuadros estaban localizados y controlados: La Anunciación, de El Greco, y La aparición de la Virgen del Pilar, de Francisco de Goya. Se trata de dos pinturas valoradas judicialmente en siete millones de euros y que ya deberían haber sido entregadas al Ayuntamiento de Barcelona. Pero no ha sido así.
 
 

Está claro que de casta le viene al galgo y si este hombre hizo su fortuna con el estraperlo y sus chanchullos franquistas, sus hijas no se han quedado cortas y han robado de nuevo, lo que su padre robó a su vez.
Las obras maestras de la colección se han esfumado del edificio y en su lugar cuelgan otras de valor inferior. Incluso muchas de las paredes se han quedado desnudas; así entregaron el pasado mes de Agosto el palacete al Ayuntamiento de Barcelona, que sigue en litigio con las cuatro herederas.

lunes, 4 de noviembre de 2013

TRISTE RECUERDO NAZI

El mismo día que Hitler y Franco se entrevistaban en Hendaya, 23 de octubre de 1940, el Reichführer Heinrich Himmler llegó a Barcelona.
 
Tras ser recibido 'gloriosamente' y con todos los honores en el aeropuerto de El Prat por lindas chicas de la "Sección Femenina de Falange" y jovencitos hitlerianos, de montar su numerito fascista en el Pueblo Español, violar con su presencia el antes Parlamento catalán y darse una vuelta por la Universidad,  Himmler almorzó en el Restaurante "7 Puertas".
Tras el almuerzo, se fue a la abadía de Montserrat acompañado por un séquito de rubios alemanes de las SS y por algunas autoridades, tan fascistas como él, de la ciudad.
 
¿A qué fue a Montserrat?... ¿Qué interés había suscitado la abadía de Montserrat en alguien que se declaraba anticristiano y que pasaba por ser un enconado perseguidor de la Iglesia Católica?...
 
Pues siete décadas después hemos sabido que Himmler fue a Montserrat en busca de un infalible talismán que le hiciera ganar la guerra y que le otorgara poderes sobrenaturales. El nombre de ese talismán lo pronunció sin balbuceos al atravesar la biblioteca del cenobio: el Santo Grial.
Por supuesto, Heinrich Himmler, aprendiz de brujo, gurú de Hitler, fundador de una nueva religión con derivaciones esotéricas, nada pudo llevarse en su visita. La abadía de Montserrat no era depositaria del Santo Grial, ni de documento alguno que sirviera para dar con él. De modo que, como Hitler, aquel aciago 23 de octubre de 1940, Himmler regresó a Alemania como había venido.
 
¿Estaba zumbado o no, aquel tarado y asesino de masas?... ¿Y la parejita de Hendaya, qué?...
 
El Parlament de Catalunya, aunque entonces hubiese dejado de serlo, manchado e insultado con las banderas nazis.
Himmler y su séquito nazi entrado en la Abadía de Montserrat
 
Nota:
La etiqueta 'visitas especiales' no significa que tenga la visita como positiva y de la que sentirme orgullosa por mi ciudad; en este caso, y especialmente, es todo lo contrario.
Lo he pensado pero abrir una etiqueta como 'inmundicias' me parecía poco elegante.