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sábado, 30 de noviembre de 2013

CONSTRUCCIONES EFÍMERAS

Hoy me he encontrado con estas tres curiosidades o construcciones efímeras de las que tan amante era la sociedad barcelonesa de principios del siglo pasado. Y hay tantas, que me temo que la burguesía de aquella época 'tenía el cap a tres quarts de quinze', es decir que eran unos cabezas de chorlito.
 
Vayamos por la primera:
 
En el mes de Mayo de 1930 se construyó un obelisco monumental flanqueado por cuatro torres, en medio de la plaza Cataluña. El motivo fue la Exposició de la Llum (Exposición de la Luz), el último evento relacionado con la exposición internacional del 1929 que cerró definitivamente sus puertas a finales de ese año, 1930.
El obelisco debía ser espectacular ya que estaba hecho de hierro y cristal y tanto él como las cuatro tres eran luminosas, lo que hacía que por la noche mucho público de acercase a verlo y la plaza Cataluña resplandeciese por sus cuatro costados.
 
Ese verano coincidió con la inclusión y rápida proliferación de anuncios luminosos en las fachadas y azoteas de los edificio más céntricos, principalmente los cercanos a plaza Cataluña, lo que aportó cierta clase de 'espectacularidad' a la noche barcelonesa.
 
A mitad de septiembre, tras las Fiestas de la Merçè, el obelisco y las torres fueron desmontadas, ya quedaba poca exposición internacional, de la Luz, o simplemente se habían cansado.

 
Vamos por la segunda, que también tiene lugar en la plaza Cataluña.
 
A comienzos del siglo pasado, a partir de 1902 es ya habitual que, durante las Fiestas de la Merçè u otras celebraciones ciudadanas, aparezcan construcciones efímeras que, justo acabada la celebración, se desmontan y se envían a la basura.
Eso es precisamente lo que pasó con este arco monumental construido en 1910 para celebrar las Fiestas de Primavera promovidas por el Ayuntamiento de Barcelona que, al igual que las de otoño o invierno, atraían a mucha gente de España y, sobre todo, del extranjero.
En aquellos lejanos años, Barcelona ya sabía que el crecimiento y el futuro económico siempre vendrían de más allá de los Pirineos.
 
El arco se instaló en el centro de la plaza y, a la vez, en su centro, coronando sus capiteles y a los lados sobre grandes pedestales se erigieron varias estatuas con figuras de mujeres desnudas. También las pinturas del arco representaban a las diosas primaverales ligeras de ropa. 
El Comité de Defensa Social y las asociaciones católicas de la época montaron en cólera y lo denunciaron como un "gravísimo atentado a la moral y las buenas costumbres de las personas", tal como lo recogió La Vanguardia en su edición del 26 de Mayo de 1910. Pese a las protestas el Ayuntamiento mantuvo la instalación como estaba. Tres meses más tarde, pasada la primavera, se desmanteló y tiró también a la basura.

En el centro, detrás de la estatua central tras el arco, podemos ver la cúpula puntiaguda de la casa Pons del Paseo de Gracia.

Y por último tenemos este arco triunfal erigido en mitad del Paseo de Gràcia para dar la bienvenida al Rey Alfonso XIII.
Corría el año 1904, el encargado de construir una muestra más de arquitectura efímera fue Enric Sagnier i Villavecchia y estuvo instalado un mes.

FESTIVIDAD DE LA MERÇÈ

Después de que en 1868, el Papa Pío IX declarase a la Virgen de la Mercè patrona de la ciudad, Barcelona empezó a celebrar sus fiestas en septiembre. Lo hacía con una sencilla misa y una pequeña especie de romería. Nada demasiado espectacular, festivo ni importante.
 
La llamada ahora Mercè tomó relevancia en el año 1902 cuando, bajo el impulso de Francesc Cambó, se celebró una Fiesta Mayor de la ciudad que se convirtió en modelo de las que aún hoy tienen lugar en toda Cataluña; castellers, sardanas, desfiles de gigantes y cabezudos, etc...
De todos modos, la historia de La Mercè sufriría muchos altibajos que se extendieron después de la  Guerra Civil y los años del franquismo hasta llegar a nuestros días.
 
En 1902 aprovechando estas fiestas se decoraron las calles de Ciutat Vella, al igual que lo siguen haciendo ahora los barrios de Gràcia y de Sants en Agosto. Participaron arquitectos como Antoni Gallissà, Josep Maria Jujol, Guillermo Busquets y otros, decoradores como Salvador Alarma y Claudio Hoyos. Hubieron decoraciones de estilos modernista, historicista, ecléctico, neoclásico, etc...
 
Desconozco si ese hecho de engalanar las calles de Ciutat Vella fue la base para que los entonces pueblos de Sants y Gràcia adoptasen la costumbre para sus fiestas mayores o si fue exactamente al revés, pero alguna conexión debe haber.
 
Calle Ferran
Calle Carders
Calle Del Carmen
Calle Escudillers
Calle De la Boquería
Calle Hospital
Calle Condal
Calle Puertaferrisa

viernes, 29 de noviembre de 2013

CASA MILÀ, "LA PEDRERA"

La Casa Milà, llamada popularmente La Pedrera (la cantera), es un edificio modernista obra del arquitecto Antoni Gaudí, construido entre los años 1906 y 1910 en el distrito del Ensanche (Dreta) de Barcelona, en el número 92 del Paseo de Gracia. La casa fue edificada por encargo del matrimonio Pere Milà i Camps y Roser Segimon i Artells.
 
La Pedrera fue la última gran obra civil que realizó Gaudí antes de dedicarse por completo a las obras de la Sagrada Familia. El propietario, Pere Milà Camps, había comprado el terreno de más de 1.300 metros cuadrados que hacía esquina con la calle Provenza. Pere Milà había visto la casa Batlló y quedó entusiasmado por su belleza, así que encargó a Gaudí la realización de una gran casa de pisos de alquiler en su nuevo terreno, reservándose el principal como vivienda privada.
 
Gaudí proyectó una fantástica casa con formas onduladas y vivas. Su estructura se basa en forjados de biguetas metálicas y bovedillas a la catalana que se sustentan por jácenas metálicas sobre pilares de tocho (la mayoría), de sillería o hierro. Las únicas paredes estructurales que hay son las de la escalera. Gaudí siempre dijo que si algún día el edificio pasaba a ser un hotel no habría ningún problema porqué al carecer de paredes de carga se puede modificar la distribución de los pisos simplemente cambiando de lugar los tabiques o eliminándolos por completo.

1912
 
El proceso de construcción de la fachada fue todo un ritual; primero llegaban las piedras de Garraf o Vilafranca que se dejaban en un solar delante de la obra y se cortaban según la maqueta a escala que se había hecho en el sótano de la obra. Entonces se colocaban en su sitio y allí se retocaban según mandaba Gaudí. De ahí viene el nombre de "La Pedrera".

A parte de la fachada ondulante destacan de esta obra su desván y su cubierta. Gaudí construyó una serie de arcos de alturas variables. Estos arcos sustentan por los lados las paredes de las fachadas exteriores e interiores del desván, y por encima la cubierta escalonada. Esta cubierta es curiosa por estar repleta de chimeneas y respiraderos de extrañas formas. Las obras se llevaron a cabo entre 1906, año en que Gaudí firmó los primeros planos, hasta finales de diciembre de 1910 pero no se libraron de tener algunos problemas con las instituciones oficiales.
 
Al cabo de dos años de empezar la construcción el Ayuntamiento ordenó la suspensión de las obras porqué una columna que daba al Paseo excedía lo establecido ocupando un metro de la acera. Gaudí no la quiso rectificar y, ante las amenazas de que se cortaría la columna, dijo que si lo hacían lo respetaría pero pondría una inscripción donde se pudiera leer el motivo.
Un año y medio más tarde hubo otra vez problemas pero esta vez con unos voladizos que tampoco respetaban los límites acordados. En esta ocasión intervino el Jefe de la División 2ª, el arquitecto Plantada, diciendo que no pasaba nada porqué eran faltas temporales para mayor seguridad de los transeúntes.
 
Otros problemas fueron la altura total del edificio, que se superaba en más de cuatro metros, y el volumen total de la edificación, que superaba la oficial en 4.000 metros cuadrados. El Ayuntamiento ordenó derribar el desván o, en caso contrario, el señor Milà se vería obligado a pagar una multa de 100.000 pesetas, que era casi una quinta parte de lo que había costado la obra. Al final y después de muchas discusiones, se decidió que el edificio era de gran valor artístico y, por tanto, no estaba sujeto a las ordenanzas. Gaudí quedó tan contento que pidió una copia de la acta oficial.
 
Pero aquí no terminan los problemas. Gaudí había proyectado en la fachada de la Pedrera una figura de la Virgen del Rosario, llena de Gracia protectora del Paseo, flanqueada por los arcángeles San Gabriel y San Miguel, pero nunca se colocó. Parece ser que el matrimonio propietario, ante los disturbios ocurridos en la semana del 26 al 30 de julio de 1909 conocida como "Semana Trágica", periodo en que se quemaron muchas iglesias de Barcelona, temió que su casa fuera confundida por un convento o una iglesia y prefirió eliminar cualquier símbolo de carácter religioso. Gaudí, que era muy religioso estuvo a punto de dejar la casa sin acabar, pero intervino el arzobispo de Barcelona y lo convenció.
 
La señora Milà, Rosario Segismón, nunca estuvo de acuerdo con la arquitectura de su paisano (ella también era de Reus) pero respetó la decisión de su marido y vivió entre decoraciones gaudinianas desde 1910 hasta 1926 cuando, al morir el arquitecto, transformó todo el piso principal en una serie de habitaciones muy convencionales de estilo Luis XVI.

2012
 
Actualmente la Pedrera es propiedad de "Fundació Catalunya-La Pedrera" que mantiene abierto al público la cubierta y el desván donde se puede ver una exposición sobre Gaudí y sus obras. Algunos pisos son particulares y el principal se dedica a sala de exposiciones.
La Pedrera fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO el 2 de Noviembre de 1984, junto con el Palau Güell, el Park Güell y la Cripta de la Colonia Güell.
 
Desde su apertura al público en 1987 ha recibido más de 25 millones de visitas (casi 1 millón cada año aproximadamente), convirtiéndola en uno de los diez lugares más visitados de Barcelona.

CASA MILÀ -MAXI Y MINI PISOS-

Como se ha mencionado en el post anterior, los pisos de viviendas fueron diseñados por Gaudí de tal forma que pudiesen amoldarse fácilmente a las necesidades de los inquilinos, ya que al no tener muros de carga los espacios son intercambiables y adaptables. Así, todas las plantas y casi todos los pisos presentan estructuras diferentes, que han ido evolucionando con el paso del tiempo.
 

1916 - Uno de los salones de la vivienda principal de los Sres. Milà.
 
El piso principal, la vivienda del matrimonio Milà, de 1.323 m2, tenía y tiene acceso tanto por el Paseo de Gracia como por la calle Provenza, a través de dos ascensores o de dos amplias escalinatas que parten del vestíbulo de entrada. Contaba con más 35 espacios de uso diverso, entre los que destacan el recibidor, un oratorio, una sala de recepción, el despacho del Sr. Milà, el comedor, la biblioteca, dos grandes salones y el dormitorio principal; algunas habitaciones recibían nombres especiales, como la "sala morada" o la "sala china".
Esta enorme y lujosa vivienda -remodelada en su totalidad, a la muerte de Gaudí, por la Sra. Milà- con los años pasó a ser: durante la Guerra Civil una Consellería de la Generalitat, tras ella las oficinas de una gran empresa, luego un bingo y actualmente es una sala de exposiciones donde se realizan diferentes eventos.
 
Cocina y baño originales de 1910
 
Pero la Casa Milà -La Pedrera- para mí, una especie de 'casa de los líos', ha sufrido muchos cambios interiores. El más destacado: el de sus desvanes y lavaderos.

 
Francisco Barba Corsini, uno de los arquitectos más representativos de los años 50 fue el impulsor de una serie de minipisos o apartamentos que diseñó para la buhardilla de la Pedrera.
Con un millón de pesetas de 1954 convirtió los antiguos lavaderos llenos de trastos en 13 minúsculos apartamentos dúplex  -todos ellos distintos- muy modernos para la época y pintados de rojo y negro.
Como no le gustaba lo que había en los comercios, tuvo que diseñar los muebles a partir de un sistema muy artesanal de fabricación. Todavía hoy la lámpara y la silla Pedrera, que se exponen en el Museu de les Arts Decoratives, siguen vendiéndose.
 
 
Estos minipisos -que en los años 60 y 70 causaron furor entre los artistas de la farándula, no entre los barceloneses que los encontraban una aberración-, fueron cerrados a final de los 80  tras la adquisición del edificio por Caixa Catalunya. En 1996 fue todo restaurado, devolviéndole el diseño original elaborado por Gaudí.

jueves, 28 de noviembre de 2013

LA ANTIGUA BARCINO

La muralla romana de Barcelona tiene más de 2000 años de historia. Se trata del monumento más grande de la ciudad y, según algunos historiadores, de la fortificación más importante del occidente romano. Sin embargo, y a pesar de sus enormes dimensiones, tras el paso de los años, bastante más de las 2/3 partes de la muralla permanecen aún ocultas.
(En la foto de la izquierda, primera columna descubierta en la calle Llibretería en 1860, que luego se uniría a las otras tres encontradas.)
 
Se sabe de la existencia de dos murallas, una primera del S. I a.C. destruida por una incursión de bárbaros del norte, y otra posterior construida en el mismo lugar tres siglos más tarde con el fin de protegerse de futuros posibles ataques.
 
La segunda muralla, la que se puede ver actualmente, fue mucho más alta y ancha que su predecesora, la dotaron de 78 torres de vigilancia de 20 metros de altura que estaban formadas por dos plantas y en el piso superior había ventanas de mediopunto para proteger la villa del exterior. Con el paso del tiempo, la ciudad medieval creció y pronto tuvo que salir fuera de las murallas perdiendo así su carácter defensivo, pero poco a poco fue dejando en su interior estructuras para los nuevos palacios románicos y góticos que florecían de entre la ciudad.
 
 
Hoy en día esta muralla tiene muchos puntos ocultos en su recorrido, pero gracias al Plan Barcino, creado para hacer visibles y revalorizar los antiguos restos romanos, el próximo año se descubrirá un tramo de muralla de unos 40 metros al derribar dos edificios de viviendas que lo ocultan, situados en los números 14 y 16 de la calle del Sots-tinent Navarro. Se dice que, tras el derribo, esta calle pasará a llamarse Paseo de las Murallas, aunque aún quedan muchos detalles por determinar.
 
 
Otro resto romano del que no tenía constancia es el Templo de Augusto, cuyos escasos restos están enclavados en la calle Paradis del Barrio Gótico barcelonés.
Este templo romano dedicado al culto imperial, a César Augusto, y construido en la antigua Barcino, que sería con el paso del tiempo la ciudad de Barcelona.
Fue la parte central del Foro en la cima del monte Táber, en la actualidad situada en el barrio gótico barcelonés.  Con el paso de los años, la muralla se derrumbó y fue engullida por los nuevos edificios, pero  a finales del siglo XIX se encontraron tres columnas. Eso sucedió durante las obras de construcción de la sede del Centro Excursionista de Cataluña, en 1876. Exactamente 80 años más tarde, en 1956 se encontró una cuarta, justo en la plaza del Rey y fue incorporada al conjunto que se puede visitar dos veces a la semana y en visitas reducidas. Su ubicación es poco accesible, ya que están en el interior de un palacio renacentista que actualmente es sede del Centro Excursionista de Catalunya y que normalmente no está abierto al público.
 
Estas cuatro columnas del templo y los trozos de muralla recuperados atestiguan los orígenes gloriosos y romanos de la ciudad de Barcelona. Es todo lo que queda del templo de Augusto, además de algunos fragmentos del transepto y del podio encima del cual se levantaba. Lo encontraremos ascendiendo la calle Paradís (Paraíso), cuyo nombre parece ser que venía de un hermoso jardín situado en la zona de los templos de Barcelona.
 
 
Delante del número 10 de esta calle, una piedra de molino nos marca el punto más alto de la ciudad romana, el monte Táber, de poco más de 16 metros de altura, esta era la piedra consagrada que estaba a la entrada al Templo.

Las columnas del templo de Augusto que hay en el interior miden unos 9 metros y son de orden compuesto. Corresponden a uno de los ángulos posteriores del edificio y suponen un vestigio importante de uno de los templos que se encontraban en el Forum de Barcino. El templo, que no era muy grande, se construyó durante el siglo I a.C., medía 37 metros de largo y 17 de ancho y en el espacio frontal había 6 columnas (templo hexastilo). Las columnas flanqueaban toda la construcción, que contaba con una sola nave interior.

LA TORRE DE LES AIGÜES

En 1862 Josep Cerdà pidió licencia para edificar una de las primeras casas en el nuevo distrito del ensanche, sin embargo y a pesar de ser una zona notable por sus recursos acuíferos -los torrentes que bajaban de Collcerola y las capas freáticas-,  el Ayuntamiento no tenía resuelto el abastecimiento de agua potable a todas las viviendas, lo que obligó a que los propietarios se organizaran para encontrar soluciones.
 
El 14 de octubre de 1862 Jaume Safont i Lluch, intendente honorario de provincia, concedió un terreno ubicado en la manzana -31, 32, LL, M- a la Sociedad Ensanche y Mejora de Barcelona, quienes encargaron al arquitecto Josep Oriol Mestres la construcción de una torre lo suficientemente grande como para garantizar el abastecimiento de agua potable en la zona.
 
El proyecto original contemplaba la construcción de una torre de planta hexagonal de 24 metros de altura con capacidad para almacenar 730m³ de agua, pero el arquitecto municipal no aprobó el proyecto alegando que sobrepasaba los 20 metros de altura máximos permitidos en el ensanche. El 30 de mayo de 1867, el alcalde Luis Rodríguez Téllez, concedió el permiso para poder realizar el depósito tras considerar que no se podía garantizar el fluido en los edificios altos si el punto más elevado de la torre medía lo mismo.
 
En un edificio adyacente se instaló una máquina de vapor de 20cv, que posteriormente se electrificó, para hacer subir el agua del pozo a la parte superior de la torre, donde estaba situado el depósito.
Con la construcción terminada, se inició la red de tuberías para repartir el fluido a las zonas cercanas.
 
 
El 15 de junio de 1870 el terreno que ocupada la torre, a manos de Crédito y Fomento del Ensanche de Barcelona, fue adquirido por la Asociación de Propietarios de Agua del Ensanche. Ese mismo año, la torre fue elevada un piso más para poder aumentar la presión del agua.
 
Más de un siglo más tarde, en 1987, el Ayuntamiento de Barcelona inició el embargo de los terrenos por deudas y un año más tarde, fueron expropiados y reconvertidos en el primer interior de isla recuperado como espacio público del Ensanche, donde a los pies de la torre se ha creado una piscina  y una pequeña playa artificial a la que, durante los meses de verano, pueden asistir los niños de la zona. (Roger de Llùria, 56)
 
En el fondo se trata de un rescate, en parte, de la idea inicial de Cerdá que, al diseñar el Ensanche, tenía la intención que esos grandes patios interiores fueran lugares de cohesión social, con espacios para los niños, las familias u otro tipo de equipamientos para uso de toda la comunidad.
 
 
Este edificio, para mi, no es emblemático ni está en ningún circuito turístico, pero demuestra que los patios interiores del Ensanche, que no sirven más que para tender ropa, podrían convertirse en hermosos parques y en pequeños lóbulos pulmonares para la ciudad.
 
Hay otras manzanas en proyecto y debido a ello el reformar las fachadas interiores de gran parte de las casas de la Dreta del Eixample está regulado y la normativa obliga a volver al diseño original. Nada de galerías cubiertas o toldos de mil colores. Si no existen planos o datos, se los inventan. Eso lo he podido comprobar recientemente.