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sábado, 2 de agosto de 2014

EL BAR MARSELLA Y LA ABSENTA

Casi en el mismo corazón de la antigua Barcelona -calle Sant Pau, 65-, a pocos metro de La Rambla, existe un local casi bicentenario que ha sido testigo de las innumerables historias que han ido configurando el carácter de esta ciudad.

Todo a su alrededor ha ido cambiando, pero en el interior del Bar Marsella, inaugurado en 1820, el tiempo se detuvo hace muchos años para dar forma a uno de los locales con más personalidad de la ciudad condal, uno de los últimos reductos de la bohemia más decadente, aquella que celebraba la vida y buscaba su yo interno ahogando las penas en una copa de absenta.


En sus ahora desvencijadas mesas de mármol se han sentado personalidades como Ernest Hemingway, que fue corresponsal durante la Guerra Civil española y se dejó llevar por las noches barcelonesas y las copas del Marsella. También fueron asiduos Pablo Picasso, que tenía su taller no muy lejos de allí, en el barrio del Born, y Salvador Dalí, cuya excentricidad casaba a la perfección con la personalidad del local.

Prohibido estacionarse en las mesas, reza un letrero en su interior que pertenece a la época franquista, una forma de prohibir las reuniones clandestinas de más de tres personas; el de prohibido cantar, también, cosa que hacían cuando eran deshalojados; porque se sabía que en el Marsella, frecuentado por intelectuales y artistas de la época, se reunían personas contrarias al régimen para compartir sus críticas e inquietudes contra la dictadura franquista.


El Marsella, como el London-Bar o el Pastís, es uno de los locales más emblemáticos del Raval. Es un orgullo para el barrio, una joya de la arquitectura modernista más sencilla pero con 194 años de historia.
Hace poco más de un año, este bar estuvo a punto de desaparecer pero el Ayuntamiento compró el edificio, lo que ha permitido al Marsella seguir su andadura camino del bicentenario.


La singularidad del Marsella, con su aura bohemia y la buena fama de su absenta, no pasa inadvertida a una clientela principalmente joven y alguno entrado en años añorante de tiempos pasados.

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LA ABSENTA:

La absenta o ajenjo, apodada la Fée Verde ('El hada verde') o también conocida por el Diablo Verde, es una bebida alcohólica de ligero sabor anisado, con un fondo amargo de tintes complejos debido a la contribución de las hierbas que contiene, principalmente "Artemisa absintium". 
Cuando se le añade agua fría y azúcar, la bebida se transforma en la esencia lechosa llamada "louche". 

Esta bebida comenzó siendo un elexir en Suiza, pero fue en Francia  donde se hizo popular debido a la asociación entre los artistas y escritores que tomaban esta bebida en el Paris de finales del siglo XIX hasta que se prohibió su producción en 1915. 

La marca más popular durante el siglo XIX, y hasta su prohibición, fue "Pernod Fils".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A pesar de ser uno de los bares con más historia y personalidad que hay en Barcelona puede resultar desconocido para muchos vecinos de la ciudad, escondido entre ese laberinto de calles e historias que es el Raval. Gracias por desenpolvar la historia y las anécdotas del Marsella.

Pedro Jesús dijo...

Jamas olvire este bar legendario y su absenta que degustaba con mis amigos Jaime, Augusto, Berta y Marta.

Anónimo dijo...

Tengo 63 años. Mis padres eran artistas y cuando yo tenía seis y siete años,frecuentaban un bar que se llamaba La Chavala,creo que hacía esquina con la que era entonces Conde de Asalto con el Paralelo. Alguien se acuerda de él o pueden hacer algún comentario? Hace más de cuarenta años que no he vuelto a Barcelona.Gracias.