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jueves, 21 de noviembre de 2013

DOS JOYAS EN EL PUTXET

Las dos en la misma calle, la calle Ballester; separadas, una de la otra, por la calle Vallirana y una propiedad privada, que algo tiene que ver también con la familia Rocamora pero que no logro aclarar con detalle; dos joyas modernistas enclavadas en el Turó del Putxet.
 
Una en perfecto estado de conservación, abriéndose al público dos veces a la semana con visitas concertadas, y la otra cerrada a cal y canto y cayéndose a pedazos. Son la Casa Rocamora y la Casa Tosquella.
Dos de las muchas fincas y casas modernistas  que han sobrevivido pese a la especulación, a los okupas -terror del barrio y causantes del derribo de dos casas de esa misma calle- y conviven con las nuevas construcciones de máximo dos-tres pisos que se han llevado a cabo, durante los últimos años, en el Putxet.
Solo en los dos primeros tramos de Ballester, los que van de General Mitre a la calle Berna hay cuatro de ellas y todas con grandes jardines; tal como puede verse en la foto de Google-maps.

La Casa Rocamora
 
La Casa Rocamora es un palacete isabelino construido entre 1878-1880, que desde 1935 fue la residencia habitual de Manuel Rocamora.
A partir de los años 70 el edificio fue objeto de una profunda rehabilitación, y gracias a las últimas reformas efectuadas hace tan solo cinco años, en la actualidad ha recuperado todo su esplendor original. El jardín de la casa es un agradable rincón romántico con altas palmeras y un estanque central, un remando de paz al lado de la ruidosa Ronda General Mitre.
 
En él se ha instalado la Fundación Cultural Privada Rocamora, una entidad sin ánimo de lucro, creada en 1976 por Don Antonio Rocamora Pellicer, Marqués de Villamizar, a partir del legado de la colección de arte de su tío abuelo Manuel Rocamora Vidal. Esta Fundación alberga un patrimonio artístico variado, formado por más de veinte colecciones, entre las que destaca la de cerámica de Alcora, dibujo, pintura y escultura del siglo XIX y XX. Asimismo se exhibe de forma permanente, una gran parte de su fondo artístico, destacando especialmente, una sala dedicada al pintor Ramón Casas.
Gran parte de su mobiliario pertenece a los siglos XVIII y XIX, está distribuido entre las diferentes estancias junto con curiosas colecciones de reclamos publicitarios, mascarones de proa, naipes y autómatas. Se exponen además piezas tan singulares como la maqueta original en bronce del monumento a Cristóbal Colón de Barcelona, o el móvil de “Els Quatre Gats” realizado por Picasso para la taberna modernista por excelencia, que lleva su mismo nombre. La biblioteca se compone de cinco mil volúmenes que versan sobre materias tales como literatura, arte, música e historia.
 
Del otro lado de la calle Vallirana, a tan solo 50 metros, haciendo esquina con Ballester y llegando hasta la ronda General Mitre se encuentra la Casa Tosquella.
 
Esta casa modernista, singular donde las haya, es el producto de una reforma que efectuó el arquitecto  Eduard Mª Balcells i Buïgas en 1907. El edificio es un torre residencial, a tres vientos que consta de una planta, dos torreones y un gran semisótano, debido al desnivel del terreno, que da al amplio jardín.
Su estética es completamente modernista: arquitectura y arcos con toques arábigos, elementos curvilíneos, arcos, rejas y barandillas en hierro forjado,  vidrieras emplomadas y unas persianas de madera tallada que son, aún ahora en el estado que se encuentran, una maravilla de diseño y de trabajo artesanal.
 
Esta casa auténticamente modernista está declarada como "Monumento cultural de interés artístico provincial" y "Edificio modernista protegido por el Ayuntamiento de Barcelona", y a eso, en gran parte, se debe su abandono y deterioro actual.
 
La Casa Tosquella
 
Maria Dolors Castells i Tosquella tiene 81 años, es viuda y aún vive ahí, en la casa que la vio nacer y que construyó y remodeló su abuelo; pero no es la dueña, la propietaria es una sobrina ya que ella fue desheredada al evitar que la casa fuese vendida y derruida. La historia es digna de una novela.
 
Cuando se casó, negoció con su madre quedarse con la parte baja y pagar un alquiler. "Y menos mal, porque gracias a él puedo continuar aquí como inquilina", recuerda en una reciente entrevista a La Vanguardia.
Eran los años setenta, se estaba construyendo la ronda General Mitre: "Un constructor muy conocido nos prometió el oro y el moro por la finca con la condición de tirarla al suelo", explica. Ella lo pudo evitar. Aceleró el proceso, que por otro lado ya estaba en marcha, para que declarasen la casa monumento histórico-artístico de interés provincial. Lo hicieron el mismo día en que protegían el hospital Sant Pau y la editorial Montaner y Simón y, así, se impedía que el edificio fuese derribado. El resultado no se hizo esperar, fue desheredada por entorpecer y truncar el negocio familiar.

Al morir sus padres, sus dos hermanos heredaron la casa y desde hace diez años ha pasado a manos de una sobrina que no dedica ni un euro en mantener la propiedad y exige que lo haga el Ayuntamiento, que tampoco está por la labor por no ser de su propiedad. Y así vive esta anciana, que se niega a abandonar una propiedad que se va deteriorando día a día sin que nadie haga nada.
 
Por el barrio circula el rumor de que una gran empresa ha firmado una opción de compra sobre la finca y que cuando Maria Dolors fallezca, la finca será vendida y rehabilitada. Personalmente no me lo creo, la casa no necesita pocos arreglos, si no muchos y demasiado costosos. Un ejemplo, las escalinatas que subían a los dos torreones y al mirador (gran terraza superior), dicen, se han venido abajo, el resto se ve a simple vista.

4 comentarios:

Meritxell dijo...

Si que conoces Barcelona, envidia me da. Hoy, ya me he enterado de tres cosas: de esta preciosa casa casi abandonada, de la alhambra por donde he pasado cerca y nunca visto pero la próxima vez me fijaré y de esos enormes jardines del ensanche. Lo de la montaña rusa me ha dejado alucinada y ahora voy a preguntar la tontería ¿en aquellos años aún no había luz, como la hacían funcionar?
Bueno voy a copiar esto en el post correspondiente por si alguien conoce la explicación.

DOVEL dijo...

No te creas Meritxell, conozco las zonas en las que he vivido o vivo. Cuando me toque escribir sobre Horta, que lo conozco poco y mal o San Andreu o Meridiana donde no me aclaro por más veces que vaya, poco 'descubrimiento' aportaré.
Miraré a ver si encuentro algo de la montaña rusa y su funcionamiento, sería estirando cuerdas, digo yo...
Saludos.

Garcia&Garcia dijo...

La casa Rocamora que conec és la de Passeig de Gràcia, la de les cinc puntxes grogues, i el Museu de la indumentària del carrer Montcada, d'aquest palauet mai n'havia sentit parlar; de l'altra tampoc. I quina història, redeu!!

IsaBEL dijo...

Jo havia entrat a aquesta casa "Aràbiga" quan era joveneta. Una nena de la casa era amigueta meva. Vay al.lucinarcamb el soterrani. Era tot ell per a divertimento del joves de la casa. Com un pub per festes amb xarxes i motius mariners. Mai havia vist críos amb "discoteca" pròpia i la nena ho veia tan normal. Era molt senzilla i bona mossa.No sé com s'escapolia que em feia sortir al carrer travessant una perruqueria. Vaig sentir admiració perquè la seva família havia donat els ulls quan encara no hi havia costum. Ve això dels ulls tinc un nuvolet, no tinc clar si era aquesta família o d'una altra amiga meva ...