Como se ha mencionado en el post anterior, los pisos de viviendas fueron diseñados por Gaudí de tal forma que pudiesen amoldarse fácilmente a las necesidades de los inquilinos, ya que al no tener muros de carga los espacios son intercambiables y adaptables. Así, todas las plantas y casi todos los pisos presentan estructuras diferentes, que han ido evolucionando con el paso del tiempo.
1916 - Uno de los salones de la vivienda principal de los Sres. Milà.
El piso principal, la vivienda del matrimonio Milà, de 1.323 m2, tenía y tiene acceso tanto por el Paseo de Gracia como por la calle Provenza, a través de dos ascensores o de dos amplias escalinatas que parten del vestíbulo de entrada. Contaba con más 35 espacios de uso diverso, entre los que destacan el recibidor, un oratorio, una sala de recepción, el despacho del Sr. Milà, el comedor, la biblioteca, dos grandes salones y el dormitorio principal; algunas habitaciones recibían nombres especiales, como la "sala morada" o la "sala china".
Esta enorme y lujosa vivienda -remodelada en su totalidad, a la muerte de Gaudí, por la Sra. Milà- con los años pasó a ser: durante la Guerra Civil una Consellería de la Generalitat, tras ella las oficinas de una gran empresa, luego un bingo y actualmente es una sala de exposiciones donde se realizan diferentes eventos.
Cocina y baño originales de 1910
Pero la Casa Milà -La Pedrera- para mí, una especie de 'casa de los líos', ha sufrido muchos cambios interiores. El más destacado: el de sus desvanes y lavaderos.
Francisco Barba Corsini, uno de los arquitectos más representativos de los años 50 fue el impulsor de una serie de minipisos o apartamentos que diseñó para la buhardilla de la Pedrera.
Con un millón de pesetas de 1954 convirtió los antiguos lavaderos llenos de trastos en 13 minúsculos apartamentos dúplex -todos ellos distintos- muy modernos para la época y pintados de rojo y negro.
Como no le gustaba lo que había en los comercios, tuvo que diseñar los muebles a partir de un sistema muy artesanal de fabricación. Todavía hoy la lámpara y la silla Pedrera, que se exponen en el Museu de les Arts Decoratives, siguen vendiéndose.
Estos minipisos -que en los años 60 y 70 causaron furor entre los artistas de la farándula, no entre los barceloneses que los encontraban una aberración-, fueron cerrados a final de los 80 tras la adquisición del edificio por Caixa Catalunya. En 1996 fue todo restaurado, devolviéndole el diseño original elaborado por Gaudí.
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