El primer día que comenzó este blog abrí una entrada dedicada a este apeadero del que poco expliqué y mezclé con otros temas. Ahora, que tengo más fotos, datos y más claro el camino a seguir, creo que el Apeadero de Paseo de Gracia o de Aragón merece una atención mayor.
Cuando en 1860 Cerdà elaboró su plan de Ensanche, la calle Aragón fue concebida como una de las vías trascendentales como la Gran Via, la Diagonal, la Meridiana o el Paralelo y debía tener 50 metros de anchura. Cerdà pensaba en esta calle con un valor estratégico ya que por ella habría de circular, en un futuro cercano, uno de los ferrocarriles que unirían la ciudad con las poblaciones vecinas; pero los propietarios del terreno no pensaban igual y consiguieron que su anchura se viera reducida a 35 metros. Era 1873 y el ferrocarril, de momento, interesaba poco; pero tan solo diez años más tarde, el ferrocarril circulaba desde la Estación de Francia, uniendo, por Aragón, las líneas de Gerona y Tarragona.
La llegada del tren y los 15 metros arrebatados al ancho de la calle provocaron un nuevo lio: los propietarios de las viviendas querían el tren soterrado, mientras que la compañía ferroviaria lo quería en superficie, con pasos a nivel a lo largo del trazado; finalmente el Ayuntamiento tomó la decisión salomónica de hacer pasar el ferrocarril por una trinchera o rasa, es decir semienterrado.
La idea inicial fue situar el apeadero entre las calles Villarroel y Borrell, en previsión del futuro crecimiento de la ciudad pero, al ser una zona menos céntrica, se tomó la decisión de situarlo a la altura de Paseo de Gracia, para dar mayor facilidad y comodidad de uso a los viajeros, que precisamente vivían en esa zona.
El apeadero fue inaugurado en 1902 con dos edificios idénticos, uno situado en Paseo de Gracia, y el otro levantado en Pau Claris.
El apeadero fue inaugurado en 1902 con dos edificios idénticos, uno situado en Paseo de Gracia, y el otro levantado en Pau Claris.
1902 - La parte posterior, aún en obras.
1910
Años más tarde, en 1924, la llegada de los dos actores norteamericanos más famosos del momento, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, colapsó la estación y todo el Paseo de Gracia.
En 1930 se produjo algo similar, aunque muy superior en número de personas, con la llegada de los intelectuales castellanos Menéndez Pidal, el doctor Marañón, Pérez de Ayala, Bergamín, Giménez Caballero, Sánchez Albornoz, Pedro Salinas, Américo Castro, Araquistain, Benjamín Jarnés, Fernando de los Ríos, Ortega y Gasset, etc… quienes, en plena dictadura de Primo de Rivera, habían manifestado su apoyo a la lengua catalana. Entonces el Paseo de Gracia y su apeadero volvieron a convertirse en un hervidero de gente
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