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domingo, 9 de febrero de 2014

BARCELONA, CREU-TE GUAPA. HO ETS!

Hace unos días, Risto Mejide publicaba en "El Periódico" este artículo sobre Barcelona que creo tiene perfecta cabida en este blog.



"Mientras la pasarela 080 aún hace balance de su última edición, Google publica el ranking de ciudades más fotografiadas del mundo. Y la ciudad en la que nací, crecí y me convertí en algo parecido a un adulto aparece en un fantástico tercer puesto, tras ese plató en el que ya sólo pueden vivir solteros llamado Nueva York y después de esa ciudad milenaria en la que antes se comían a los cristianos y ahora se comen a los turistas enamorados, también conocida como Roma. Mi ciudad ha quedado por delante de iconos como París, Venecia, Buenos Aires o Estambul. Ahí es ná.

Vamos, que si las ciudades fuesen top models, Barcelona sería un poco como Kate Moss. Por mucho que pasen los años, las relaciones y los excesos, ahí sigue ella, en lo más alto. También Barcelona se está haciendo mayor. También Barcelona quiere transmitir una mayor madurez. Y también Barcelona tuvo sus coqueteos con la droga.
Se lo metió todo en forma de Juegos Olímpicos, esa droga dura y elitista a la que muchas otras ciudades no logran engancharse, por más que estén dispuestas a pagar con chutes de relaxing cups of café con leche in Plaza Mayor. Lo que esas mismas ciudades parecen no querer darse cuenta es del proceso de desintoxicación que uno sufre después del subidón. Pero lo cierto es que ahí estuvimos, hace ya la friolera de 22 años, y de eso en buena parte seguimos viviendo, para qué mentir.


Ahora hace justo una década, nuestra top estuvo a punto de recaer con un Fórum de las Culturas, pero ya no fue lo mismo, no colocaba tanto, el material que nos enchufaron era definitivamente de peor calidad. Y las secuelas que nos dejó se pueden apreciar todavía hoy en alguna construcción faraónica sin demasiado sentido ni utilidad.
A lo largo de todos estos años ni las putas, ni la suciedad, ni la inseguridad ciudadana, ni la única película infumable de Woody Allen, ni siquiera los atropellos gratuitos de algunos mossos d'esquadra, han podido evitar que sigamos siendo una top entre las tops.
Barcelona hoy está buena. Muy buena. En términos heterosexuales, es ya una MILF de pleno derecho.
Pero es que Barcelona no se conforma con el físico. Sufre el síndrome Patrizia Ruiz, que además de ser joven, bella, simpática, modelo, cantante, actriz y bailarina, en sus ratos libres, como quien no quiere la cosa, estudia ingeniería aeronáutica e interpretación. De esas personas que dan mucha rabia, aunque sólo sea por la envidia que nos despierta a todos los demás.

Lo mismo se convierte en el destino más demandado por estudiantes y turistas, como te trae un Mobile World Congress o una de las residencias privadas de todo un Rolling Stone. Y es que hay que ver cómo se vive en una ciudad que tiene de todo y tan cerca.

Sin embargo, Barcelona tiene varios lastres, varias taras que en un momento u otro deberá soltar si quiere de verdad hacerse mayor. Para empezar, todos aquellos que pretenden reducirla a mera capital de Catalunya. Como si quisieran dejarla en casa, fregando platos, barriendo suelos y recitando a Josep Pla, en vez de dejarla vivir, viajar y volar. Hemos expulsado tanto talento, proyectos y empresas a golpe de un catalanismo mal entendido, cerrado y obtuso, incapaz de hacerse atractivo para el resto del planeta, ahí están las sedes de las multinacionales para dar fe. Y aún así, nadie ha podido destruir el innegable atractivo económico y empresarial de Barcelona.

Luego están los que la comparan constantemente con Madrid. No entienden que compararse con una marca que está por debajo de la tuya (para algo sirven los rankings) acaba haciéndote más pequeño. Barcelona debería estar mirándose en Amsterdam, en Berlín, en Londres, en París, en Shanghai, en Nueva York. Marcas a la altura de la percepción que se tiene de ella. Y más allá.

Otro enemigo importante para su madurez es la mala influencia de ciertos familiares. Arrastra una hermana mayor bastante más fea y menos lista que encima le reclama el protagonismo. La llaman Marca España, y como todas las feas no demasiado espabiladas, sólo tiene dos salidas: o se vuelve la más simpática o se quedará cuidando a la tía FAES.

Por último, el peor obstáculo de todos, nuestro proyecto como ciudad. A las ciudades les pasa como a las personas: en el momento en el que dejan de soñar con el futuro, empiezan a hundirse en su pasado. Y hoy por hoy corremos el riesgo de vivir de contar batallitas que a nadie interesan ya, porque la gente prefiere esperarse a que salga el DVD.

En 1985, de cara a las olimpiadas, se puso en marcha una gran campaña que le hablaba a la ciudad de tú a tú, invitándola a arreglarse, a retocarse y a embellecerse: «Barcelona, posa't guapa».
Entonces se trataba de actualizar sólo las fachadas. Va siendo hora de que actualicemos el interior."

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