La Casa Lleó Morera es un edificio modernista sito en la ya famosa 'manzana de la discordia'. El proyecto fue encargado por Francesca Morera i Ortiz en 1902 al arquitecto Lluís Domènech i Montaner.
En el Paseo de Gracia, 35 de Barcelona existía una antigua casa, llamada Rocamora, construida en 1864 por el maestro de obras Joaquim Sitjas. Lluís Domènech i Montaner proyectó una reforma integral de la casa preexistente, utilizando gran variedad de materiales y que se extenderá hasta 1906.
Francesca Morera i Ortiz heredó la casa de su tío, Antoni Morera i Busó, pero murió antes de ver finalizada la reforma. Fue su hijo, Albert Lleó i Morera, quien se hizo cargo de las obras, dándole el nombre con el que se la conoce actualmente, Casa Lleó i Morera.
Lluís Domènech i Montaner hizo una remodelación del anterior edificio, consiguiendo una auténtica obra modernista. Su propietaria le encargó derribar y reconstruir la fachada, colocar tres tribunas y balcones de piedra en los diferentes pisos, y hacer las obras del interior. El arquitecto, para poder realizar esta obra modernista, se rodeó de un grupo numeroso de artistas y artesanos, reconocidos por su capacidad creativa, como el escultor Eusebi Arnau, el mosaicista Mario Maragliano y el ebanista Gaspar Homar, entre otros.
La fachada y el entresuelo fueron decorados con diferentes ornamentos, entre los que destacaban las esculturas de Eusebi Arnau que representaban dos parejas de figuras femeninas, pero que fueron destruidas en una reforma de los bajos de la Casa en 1943. En la fachada encontramos continuas alusiones al apellido de la familia, representando la flor de la morera con diferentes materiales, o las alegorías de los inventos del siglo XX. La fachada está coronada por un templete que excedía la altura permitida por el Ayuntamiento de Barcelona y por el que se tuvo que pedir el permiso necesario.
El estallido del Modernismo lo encontramos en el interior, con uno de los conjuntos mejor conservados de la ciudad: vitrales, mosaicos, cerámica, escultura, madera, mármol, esgrafiado... El vestíbulo y la escalera nos muestran las diferentes artes aplicadas modernistas que los artistas y artesanos supieron plasmar partiendo de la idea y la dirección del arquitecto.
Considerada una de las mejores obras modernistas por la intensa aportación artística de los mejores artesanos de la época, fue víctima del odio que los novecentistas profesaban hacia el estilo anterior. En 1943, el arquitecto Raimon Duran i Reynals firmó un proyecto de reforma de la planta baja proyectado por el arquitecto madrileño Francisco Ferrer Bartolomé por encargo de la firma Loewe para abrir una tienda, que comportó la pérdida definitiva de las ventanas modernistas y de las esculturas de Arnau de las damas modernistas con jardineras de la planta baja, destruidas a golpe de pico en la misma acera. Las cabezas las recuperó el portero de la finca, que más tarde las vendió a Salvador Dalí, quien las emplazó en el muro del patio de su Teatro-Museo de Figueras.
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