El racionamiento y sus correspondientes cartillas de racionamiento son la asignación gubernamental de recursos limitados y bienes de consumo, una medida generalmente aplicada durante las guerras, postguerras, hambrunas o cualquier otra emergencia nacional.
El racionamiento ejercido según la escasez del producto de consumo, se pone en práctica, por ejemplo, cuando no hay suficiente comida para satisfacer a toda la población y se opta por distribuirlo en cantidades limitadas. Eso es lo que se hizo en España durante más de trece años con los alimentos básicos y durante casi veinte con el resto.
El periodo posterior a la Guerra Civil española estuvo marcado por la escasez para el pueblo, como es lógico no para los golpistas y fascistas que habían instaurado una "bendita" dictadura en este país.
Una orden Ministerial de 14 de mayo de 1939, estableció el régimen de racionamiento en España para los productos básicos alimenticios y de primera necesidad. El racionamiento no alcanzaba a cubrir las necesidades alimenticias básicas de la población, por lo que vivieron largos años de hambre y miseria.
Se establecieron dos cartillas de racionamiento, una para la carne y otra para el resto de productos alimenticios.
Se dividió a la población en varios grupos: hombres adultos, mujeres adultas (ración del 80% del hombre adulto), niños y niñas hasta catorce años (ración del 60% del hombre adulto) y hombres y mujeres de más de sesenta años (ración del 80% del hombre adulto).
La asignación de cupos podía ser diferente también en función del tipo de trabajo del cabeza de familia. Inicialmente las cartillas de racionamiento eran familiares, que fueron sustituidas, en 1943 por cartillas individuales, que permitían un control más exhaustivo de la población.
En mayo de 1943 (BOE de 15 de abril de 1943), al mes de la entrada en vigor de la cartilla individual, el número de racionados en España era de 27.071.978 personas. O lo que es lo mismo: todos menos "ellos".
Los alimentos suministrados carecían del mínimo valor nutritivo necesario para la subsistencia ya que estaban compuestos de forma predominantes por garbanzos, patatas, boniatos, pasta para sopas y bacalao; años más tarde se les sumó carne de membrillo, chocolate terroso incomestible y jabón. Como se puede comprobar el déficit de hidratos de carbono y grasas, así como la carencia de vitaminas, calcio y hierro era más que evidente. El pan, que antes era el alimento base de las familias modestas, se convirtió en otro apreciado artículo de lujo ya que su racionamiento, en el mejor de los casos, para aquellos que tenían una cartilla de racionamiento de tercera, las cantidades oscilaban entre los 150 y 200 gramos semanales.
Los alimentos suministrados carecían del mínimo valor nutritivo necesario para la subsistencia ya que estaban compuestos de forma predominantes por garbanzos, patatas, boniatos, pasta para sopas y bacalao; años más tarde se les sumó carne de membrillo, chocolate terroso incomestible y jabón. Como se puede comprobar el déficit de hidratos de carbono y grasas, así como la carencia de vitaminas, calcio y hierro era más que evidente. El pan, que antes era el alimento base de las familias modestas, se convirtió en otro apreciado artículo de lujo ya que su racionamiento, en el mejor de los casos, para aquellos que tenían una cartilla de racionamiento de tercera, las cantidades oscilaban entre los 150 y 200 gramos semanales.
La distribución de alimentos racionados se caracterizó por la mala calidad de los productos y puso de manifiesto la corrupción generalizada y el mercado negro que manejaban los adscritos al régimen franquista, que gracias a la miseria y hambre del pueblo se hicieron multimillonarios.
El racionamiento perduró oficialmente hasta mayo de 1952, fecha en que desapareció para los productos alimenticios básicos, pero se mantuvo para muchos otros como por ejemplo el tabaco -las cajetillas de Ideales- y el aceite de oliva hasta cerca de los 60.
A las duras cartillas de racionamiento hay que añadir que durante esos primeros 20 años de franquismo hubo, lógicamente, una pésima coyuntura social y económica, que se caracterizó por un intervencionismo autárquico, la fijación de los salarios por parte del gobierno, las constantes restricciones de electricidad, las dificultades en la repatriación de capital extranjero, la sobrevaloración de la peseta en comparación a la mayoría de países internacionales o la falta de viviendas dignas; lo que hizo que se viviesen los áños más duros y oscuros de una España completamente aislada del mundo.
A las duras cartillas de racionamiento hay que añadir que durante esos primeros 20 años de franquismo hubo, lógicamente, una pésima coyuntura social y económica, que se caracterizó por un intervencionismo autárquico, la fijación de los salarios por parte del gobierno, las constantes restricciones de electricidad, las dificultades en la repatriación de capital extranjero, la sobrevaloración de la peseta en comparación a la mayoría de países internacionales o la falta de viviendas dignas; lo que hizo que se viviesen los áños más duros y oscuros de una España completamente aislada del mundo.
En cualquier rincón de la pobre y triste España de 1940.
2 comentarios:
Aquesta va ser la venjança i glòria dels colpistes: la fam, la repressió, les condemnes a mort i el estrapelo. Fills de sa mare...
Quina època tan negra!
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