Hoy es Sant Medir (San Medín) y su celebración, que no recordaba, me ha obligado a dar una vuelta de mil pares de narices al no poder cruzar el barrio de Grácia. Pese al retraso que me ha hecho padecer, al menos me ha dado la idea para el post de hoy. Nunca hat mal que por bien no venga.
La festa de Sant Medir es una celebración popular que tiene lugar cada 3 de Marzo en el Barrio de Gràcia de Barcelona y en Sant Cugat del Vallés.
El festejo consiste en una romería que va desde Sant Gervasi de Cassolas, antiguo pueblo integrado ahora en Barcelona, hasta la ermita de San Medín en la Sierra de Collcerola, dentro del término de Sant Cugat, y que cruza las principales calles de Gràcia. No una vez, si no varias y durante todo el día.
El festejo consiste en una romería que va desde Sant Gervasi de Cassolas, antiguo pueblo integrado ahora en Barcelona, hasta la ermita de San Medín en la Sierra de Collcerola, dentro del término de Sant Cugat, y que cruza las principales calles de Gràcia. No una vez, si no varias y durante todo el día.
Esta romería comenzó a celebrarse a principios del Siglo XIX y actualmente toda la Vila de Gràcia sale en, un día como hoy, a repartir toneladas de caramelos entre la gente que espera en la calle.
Esta mañana me he topado con una de las más de 40 'collas' que existen, con sus caballos, sus jinetes, su banda y sus carros de caramelos. He visto poca vistosidad y poca alegría, supongo que por la tarde, en Gran de Gràcia, será diferente cuando todas ellas se junten en una gran cabalgata.
1888 - Subiendo a pie la cuesta hasta la ermita.
1927
1930
1934 - Subiendo la Rabassada
1941
1952 - Pasando por Torrent de L'Olla
1996
La leyenda:
El campesino Medir vivió alrededor del año 303, durante el dominio romano de Diocleciano, quien dirigió una persecución brutal sobre los cristianos. Uno de ellos, el Obispo Sever, decidió huir hacia Barcelona cuando se sintió en peligro y, perseguido constantemente por los romanos, emprendió una romería hacia Sant Cugat, donde se encontró al campesino Medir plantando habas.
El Obispo le explicó el motivo de su huida y, decidido a morir por la fe de Jesucristo, le pidió que si alguien preguntara por él, respondiera con la verdad. Que dijera que, mientras él sembraba las habas, el Obispo había pasado por aquel lugar y que seguro lo encontrarían pocos metros más abajo. Una vez hubiera marchado el Obispo, las habas empezaron a crecer y florecer de manera milagrosa.
Poco después, los perseguidores romanos pasaron por el lugar y le preguntaron al payés, pero no creyeron su historia y, sintiéndose engañados, volvieron en busca de Medir una vez hubieron capturado al Obispo, y les encarcelaron y martirizaron hasta la muerte.
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